domingo, 28 de agosto de 2016

Todos llevamos nuestra mochila


La suma de tus experiencias, de tus emociones, de tus fracasos y de tus ilusiones. El sabor que te ha dejado la vida.

No es una tontería. Conozco a personas que cargan sobre sus espaldas mochilas realmente pesadas, a veces durante demasiado tiempo. Con frecuencia se quedan atrás, y solo algunas veces tienen la buena suerte de que aparezca alguien de buen corazón que les ayude a llevar la carga. Pero a la larga siempre tienen que soltar lastre si quieren disfrutar del camino, que no es corto.

Por supuesto, no todo lo que llevas en la mochila te ralentiza, algunas cosas son livianas, e incluso te reconforta saber que las llevas contigo. Aunque claro, muchas veces es difícil saber con exactitud qué llevas guardado y qué no, sobre todo si hablamos de cosas buenas, porque éstas se aprecian mucho mejor una vez las has perdido.

En cuanto a mí, si he de ser sincero, ahora mismo mi mochila pesa como un mundo. Y yo no se si es por toda la carga que me ha tocado guardar en ella últimamente, o por todo lo que de verdad quería conservar y se me ha caído por el camino.










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